Sí, es posible usar nata de cocinar para hacer postres. La nata de cocinar tiene menos grasa y por eso es ideal para elaborar postres como el arroz con leche o la panna cotta, que buscan una textura suave y cremosa. Sin embargo, para la repostería tradicional, la nata para montar es preferida debido a su alta concentración de grasa, que le otorga una textura rica y un sabor más profundo.
Recomendaciones de postres con nata de cocinar
La nata de cocinar es un ingrediente estrella en muchos postres, aportando sabor, textura y riqueza.
- Arroz con leche: Aunque tradicionalmente no lleva nata, añadir nata de cocinar le da una textura extra cremosa.
- Panna cotta: Este postre italiano se beneficia de la nata de cocinar, combinada con leche, gelatina y frutos rojos.
- Flan de nata: Una variante del flan tradicional, con una textura más suave y cremosa gracias a la nata de cocinar.
- Sopa de chocolate: Una sopa dulce y rica donde la nata de cocinar aporta cuerpo y profundidad al chocolate.
- Cremas pasteleras: Algunas versiones de cremas para rellenar tartas y pasteles pueden llevar nata de cocinar para una textura más ligera.
Diferencias entre nata para cocinar y nata para montar en postres
Entender las diferencias entre estos dos tipos de nata es crucial para decidir cuál usar en nuestros postres.
Aspecto | Nata para cocinar | Nata para montar |
---|---|---|
Contenido graso | 15 – 18% | 35 – 38% |
Uso típico | Platos salados y postres suaves como arroz con leche | Postres esponjosos como mousses y chantilly |
Textura | Más líquida | Esponjosa cuando se monta |
Sabor | Suave y cremoso | Rico y profundo debido a su mayor contenido graso |
¿Cómo elegir la nata adecuada para repostería?
Con la diversidad de natas disponibles, es común preguntarse cuál es la más adecuada para repostería. La clave está en el contenido graso de cada tipo de nata.
Existen tres categorías principales basadas en el contenido graso:
- Doble nata: Rica y cremosa, con un contenido graso que supera el 50%, ideal para salsas y preparaciones densas.
- Nata Estándar: Su contenido graso oscila entre el 30% y el 50%, siendo la elección común para la mayoría de las recetas.
- Nata ligera o nata delgada: Con un contenido graso del 12% al 30%, es perfecta para platos más ligeros y salsas.
La nata para cocinar, con un 15-18% de grasa, es más fluida y se utiliza principalmente en platos salados. Por otro lado, la nata para montar, con un 35-38% de grasa, es esencial para postres que requieren una textura aireada y esponjosa.
Para postres clásicos como fresas con nata, hojaldres o tarta de queso, la nata para montar es la elección ideal. Sin embargo, hay postres como el arroz con leche o la panna cotta italiana que se benefician de la cremosidad de la nata para cocinar. La panna cotta, por ejemplo, combina la nata para cocinar con leche, gelatina y frutos rojos para crear un postre suave y gelatinoso.
Criterios para seleccionar la nata adecuada según contenido graso
La grasa es el componente que define la textura y consistencia de la nata, siendo determinante en su comportamiento al cocinar.
- Contenido Graso: La cantidad de grasa en la nata determina su textura y sabor. Es esencial elegir la nata con el contenido graso adecuado según el postre que se vaya a preparar.
- Consistencia y Textura: La nata con mayor contenido graso tiende a ser más espesa y esponjosa, ideal para postres que requieren montar la nata.
- Sabor: Una nata con mayor contenido graso aportará un sabor más profundo y rico al postre.
- Uso Final: Es importante considerar el postre final al seleccionar la nata. Por ejemplo, para un mousse se preferiría una nata para montar, mientras que para un arroz con leche se podría optar por una nata de cocinar.
Consejos para conservar y aprovechar la nata
Para disfrutar al máximo de la nata, es esencial saber cómo conservarla y aprovecharla al máximo en nuestras preparaciones.
- Recomendaciones de consumo y almacenamiento: Una vez abierto, es ideal consumir la nata en 2-3 días y almacenarla en un envase hermético para evitar bacterias y mantener su frescura.
- Posibilidad de congelar: La nata sobrante puede congelarse, pero debe descongelarse en el frigorífico y no mantenerse congelada más de 3 meses para conservar sus propiedades.
- Transformar la nata en mantequilla: Batir la nata líquida a máxima potencia puede convertirla en mantequilla, una forma deliciosa de aprovecharla y disfrutar de un producto casero y natural.
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